miércoles, 15 de abril de 2009

Impuestos al orgasmo en Las Vegas





La crisis aprieta tanto que ha llegado hasta los burdeles de Las Vegas. Entre nalgas anda el juego, el político entiéndase, y no es que hayan pillado al burócrata de turno yéndose de putas un domingo por la tarde después de dejar a su mujer y a sus hijos en casa, sino que a un senador demócrata se le ocurrió en plena recesión presentar un proyecto de ley para que cada cliente pague cinco dólares después de los consabidos golpes de riñón. Algo así como un impuesto revolucionario al orgasmo.

El senador que propuso la ley pretendía tapar el agujero que ha dejado la crisis de las 'subprime' en el segundo estado más golpeado por los embargos hipotecarios. Sólo en el último año, más de 30.000 familias han perdido su vivienda, por no mencionar la drástica caída de ingresos de los casinos, que han obligado a algunos ilustres, como el MGM Grand, a parar un megaproyecto de construcción de apartamentos y centros comerciales a todo volumen en pleno 'Strip' (la avenida central de Las Vegas).

Las prostitutas y sus chulos apoyaron la medida, y de hecho fueron el otro día a testificar todos juntos en una cámara estatal, para que luego digan que aquí no son democráticos. Quieren que su negocio sea más legal todavía, que sea tan respetado como cualquier otro, además de contribuir a devolver el esplendor a Nevada. El problema es que al gobernador Jim Gibbons esto de la prostitución no le parece trigo limpio, y por eso se unió al bando de los que no quieren apoyar medidas que signifiquen una mayor dignificación del oficio más antiguo que se recuerda. El proyecto de ley acabó condenado por un sólo voto hace unos días.

No deja de tener su ironía que la máxima autoridad de un estado donde la mayor ventaja cultural es poder jugar al bingo mientras desayunas, no apoye las principales fuentes de ingreso de su gobierno. De hecho, parte de su sueldo sale de esos coitos que Gibbons se niega a gravar. Y aunque lo condena, no se ha atrevido a ilegalizar la prostitución.

No viene sino a probar una vez más que éste es el país de la doble moral, donde la teta prohibida de Janet Jackson puede causar una conmoción nacional mientras en el Valle de San Fernando (Los Angeles) los polvos de la industria del porno resuenan como aullidos de lunes a viernes para abastecer a un mercado hambriento de pecar en la hipócrita intimidad de sus casas. Pero en este trozo de desierto no existe la represión emocional. A Las Vegas viaja el cajero de banco de Oklahoma a liberar la tensión de no haber podido romper un plato en su vida porque estaba mal visto. Y si hubiera tenido que pagar cinco dólares más por habérselo pasado bien, no habría habido problema. Todo sea porque este engendro de neón a donde viene todo el mundo a desfasar recupere pronto la normalidad.

Jajajajajajaja, si lo que no se les ocurra a estos americanos, son la leche (con perdón). De todas formas si hay algún multiorgásmico seguro que les saca de apuros, jajajajajaja

1 comentario:

NEKA dijo...

a gritar menos jeje disimula que es la ruinaaaaaa.jjo Cada vez me hacen alucinar estos americanos.
SALUDOS